Los mexicanos pintados por sí mismos. |
Siempre nos hemos visto en la necesidad de capturar momentos, de mostrarnos cual somos, de detener el tiempo en un instante para dejar una huella, un legado, algo que nos ancle a la posteridad y nos haga sentirnos mejor con nuestra propia existencia fútil. Y hablar de nuestros hábitos, de nuestras vidas cotidianas, de los oficios que ejercemos, de eso que nos vincula con el otro en sociedad, ha sido necesario en la conformación de una memoria colectiva, de una historia del tú y del yo.
Cuando en 1854 se publicó la obra Los mexicanos pintados por sí mismos, se pretendía, a través de litografías y descripciones literarias, hacer un recuento de los llamados “tipos mexicanos”, una suerte de catálogo de carácter costumbrista que describía a los habitantes de la capital y que continuaba una costumbre arraigada en México desde tiempos virreinales.
Hoy en día, más de ciento cincuenta años después, capturar un momento a través de una foto es cosa de todos los días. Generamos millones de imágenes, saturamos nuestras cabezas con instantes, detalles, sonrisas, momentos. El reto hoy no es guardar el momento; es escoger qué de ese momento vale la pena conservar, qué tanto atesorar de ese mar de representaciones.
La exposición que presentamos comprende una especie de bitácora de la actualidad plasmada a través de la lente de fotógrafos nacidos en las postrimerías del siglo XX. A través de ella se pretende hacer un registro del presente, una brevísima y sencilla aportación que se sume a la memoria colectiva de la sociedad mexicana.
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